Caminaba, como de costumbre, entonces me di cuenta que algo andaba normal, mis zapatos ya no me calaban, las ampollas, las costras y los cueritos medio salidos de mi piel seguian, pero esto ya no me molestaba, podia caminar normal, me preocupe tanto que enseguida corri a la zapateria mas cercana por el lugar en el que me encontraba, le dije a las empleadas que porfavor me trajeran zapatos del numero cinco y medio, me miraron con insertidumbre, con la que una de las empleadas respondio: -¿Seguro?
-Por supuesto muchacha.
Le indique el calzado queria desde la repisa, me lo llebaron a mi lugar, me lo pobre, y en efecto me sentia tan incomodo con ellos, me apretaban y el zapato empezo a calarme, mis ampollas rebibian y punzaban, le sonrei, y exclame:
-! exelente¡. me los llevare puestos,¿ cuanto es señorita?
-Trescientos pesos, señor.
Aunque no llebaba mucho dinero, preferia unos zapatos nuevos, no que aquellos que hace instates llebaba puestos, que deseguro por el uso de hace muchos meses ya no funcionaban como antes, aunque no los quize tirar siempre eh tenido un peqeño remordimiento con mis zapatos, nunca los puedo tirar los amontono en el closet, llevo aproximadamente unos 20 años con esa rutina, y por lo general dos pares de zapato por año, si me pongo a pensaar, eh gastado mucho en zapatos, pero es lo que me hace sentir mejor.
Aunque la señorita se me quedo viendo algo raro por que los zapatos me quedaban peqeños, no me quizo preguntar el porque de ellos, solo se quedo intrigada, a mi no me importo, y sali inmediatamente de la zapateria con mi calzado nuevo, apretado y quejandome de ese dolor insoportable con direccion a mi trabajo.
Llegue a tiempo, a la oficina, apenas daban las 8:55 am. Me instale como lo habitual, enseguida vi a Lourdes, la secretaria del patron, me miro. Y dijo.
- Ya veo Alfredo, con que usando nuevos zapatos.
- Asi es querida Lourdes.
-¿ Los otros dejarón de funcionar?
- Si, en la mañana lo note, asi que corri lo mas pronto posible a la zapateria.
-Jajaja, que vamos hacer contigo Alfredo.
Sonrei, y me puse a trabajar. Llego la hora de la comida, a eso de las 2:10pm estaba con Raul, mi compañero me invito a comer a una loncheria sercana, donde dice el, la comida es deliciosa. Asi que como hace muchos años no como a esa hora en mi casa, accedi ir con el con gusto y mas si el me inivita, sería gratis, cosa que nadie desaprovecharía.
Llegamos a el lugar, ordenamos mientras tanto entre charla y charla, vimos que en poco tiempo habria recorte de personal porque estaban los salarios mas bajos y eso nos preocupaba. Por lo que el con una sonrisa en la cara me dijo.
-Lo bueno esque traes zapatos más apretados.
A lo que respondi:
- Me conoces.
En efecto, la comida fue lo mejor hasta ahora de ese día, siempre habria algo mejor. Nos fuimos en su coche al trabajo, llegando, nos pusimo hacer cada quien lo correspondiente, la rutina casi terminaba, eran ya las 8:30pm, solo regresar a mi casa.
Como ya era tarde siempre agarro un camión, si por mi fuera, me iria caminando, para que me mataran mas las ampollas de mis pies. Pero uno nunca sabe que se encontrara a esas horas en la ciudad.
Llegue a mi casa, sin nadie que me recibiera ya hace más de 10 años. Di un pequeño vistazo al cuarto de a lado que tiempo atras ocupaba mi hijo, todo igual, y más que empolbado, alomejor algún dia lo limpio. Me dirigi al refri, me servi un vaso de leche fria, me la empine. Fui a mi cama, me desvesti para ponerme a dormir, llegaba el momento mas satisfactorio de todo el dia, de todos los dias, me quite los zapatos, y senti un gran alivio, tan gratificante. Me acoste, y descanse como hace unos 7 meses no lo hacia, como cuando se compra un par de zapatos bien ajustados, para que te cale un chingo, y no te quejes de todo el mundo, y todo caresca de importancia, y sólo te quejes de tus zapatos, pero cuando te los quitas.
Dios, eso es gloria.
2009/07/22
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